Inesperado retorno a lo sagrado:
Escuale rural de Nebusimaque, Sierra Nevada de Santa Marta.
Con el tiempo la arquitectura, de manera paralela al mundo que venimos construyendo, ha perdido lo sagrado. El diseño como reflexión abstracta se estrella con la realidad, y en algunos casos esto se traduce en el absurdo, y esta vez, en la magia de retornar a lo sagrado. La geografía de la Sierra Nevada de Santa Marta (Colombia), es en si misma un acontecimiento inusual. Puede mirarse como una enorme pirámide natural que emerge del océano y se congela en los glaciares nevados. Cualquiera se estremece ante sus inesperados paisajes, y se llena de incertidumbre al imaginar el poder de sus secretos. En esta montaña viven comunidades indígenas con la misión milenaria de protegerla, aun de las promesas del mundo civilizado, y se aferran a las creencias antiguas como razón última que le da sentido al mundo que habitan.
Ante la inesperada llamada de intervenir en los rincones de la Sierra Nevada de Santa Marta para el diseño de una escuela rural, los arquitectos colombianos Pablo Arenas, Camilo Delgadillo y Juan Melo, visualizaron un proyecto misterioso. Construir en tiempos paganos podría resultar menos peligroso que diseñar en tiempos desacralizados. Y tener la oportunidad de diseñar un edificio educativo en un territorio indígena donde la geografía única y la sabiduría milenaria de sus habitantes (los indígenas Arhuacos), significa confrontar lo que sabemos (que es muy poco) con lo inesperado (lo que ignoramos por completo). ¿Como enfrentar el dilema? Probablemente de la misma manera como los constructores de otros tiempos, a partir de las fantasiosas ideas que elaboramos de la realidad.
El edificio planteado, una gran maloca levantada sobre adobes que describen curvas envolventes, nos acercan a la idea del origen. Las grandes terrazas construidas por los antiguos pobladores de esta montaña son un hecho contundente que se ha conservado en el tiempo. Las imágenes de quienes han visitado la Ciudad Perdida en las faldas de la Sierra Nevada, son el referente mas elocuente de lo que el hombre de otra época interpretó de este entorno. La montaña logra domesticarse en aquel sitio arqueológico a través de terraplenes y terrazas circulares que multiplican su significado más allá del hecho construido, llenándonos de imágenes simbólicas que asociamos a las formas de la naturaleza y al ciclo continuo de la vida. Sobre esta idea fabulosa de un edificio compuesto geométricamente por dos círculos, se desarrollan de manera calculada los requerimientos del programa, las circulaciones, los límites del espacio, y la flexibilidad funcional que permite tener dos aulas independientes, o un gran espacio continuo de carácter ceremonial.
El edificio pensado para dotar a una comunidad arhuaca de una escuela digna para la educación primaria de niños y niñas en la provincia de Chochcua, a unas 5 horas a pie de la población de Nebusimaque, plantea no solo una manera de reinterpretar los referentes arquitectónicos que precedieron a la llegada de los españoles, sino que considera los elementos constructivos de esta región apartada. El proyecto fue concebido contemplando los materiales tradicionales del lugar y las técnicas artesanales y bien aprendidas de los habitantes de la región. Lo que no cabía en la mente de los diseñadores era enfrentarse a la fantasía con la que miramos a los hombres distanciados del mundo que consideramos civilizado.
La escuela, construida en 6 meses con la participación de toda la comunidad, se llevó a cabo en medio de la felicidad colectiva de ver el sueño faraónico levantarse por encima de todas las construcciones existentes. Con un área útil de 120 m2 y un área construida de 160 m2, la imponencia del techo armando con madera y fibras naturales se eleva hasta los 8 mts, asemejándose a un inmenso canasto tejido con gran habilidad. Los únicos elementos extraños en la construcción que hacen parte de un proceso de asimilación de las técnicas modernas, son el cemento y el alambre que llegan a costar dos veces o mas su valor comercial, debido a la extenuante jornada que implica traer estos materiales a lomo de mula, ya que el acceso de vehículos junto a la red eléctrica están limitados por ser considerados con algo de certeza, una amenaza a la cultura.
La construcción involucró a cada uno de los individuos de esta comunidad, aferrada a las normas de los mas viejos o de los mamos que han transmitido la concepción de un mundo antagónica al progreso occidental, y que ejerce una postura equilibrada entre la intervención del hombre y su entorno natural. Cada uno de los actores artífices del edificio cumplía una función específica y era testigo del avance de la obra como de su coordinación general. Ante la impresionante labor ejecutada por todos los habitantes, el arquitecto se enfrenta ante la contundente realidad de testificar su diseño transformado. La fabulosa idea que tenemos de cómo estas comunidades construyen y edifican su territorio se contrapone al ver el proyecto construido.
La comunidad interviene para cambiar el diseño y el arquitecto se convierte en un individuo atrapado en sus suposiciones. El elocuente edificio circular se ha construido de forma cuadrada, de la manera mas racional y pragmática posible. El diseño del edificio queda en su condición de fábula a merced de una terrible realidad, donde el edificio soñado ha sido el que la comunidad ha imaginado, y una vez mas, no aquel que los arquitectos pensaron. Lo sagrado parece venir de aquello que guardan los pueblos secretamente, y no de aquello que pensamos está encerrado al interior de las cosas.
