Woodstock NY 1968. Photo by Elliott Landy.
HIGHWAY REVISITED
Hace unos días me encontré con el diablo y sigo vivo. Y me lo encontré porque yo me hallaba cerca, o él estaba de pasada y se proponía dar un concierto. La verdad vine con premeditación a su encuentro y pude comprobar varias cosas. Había propuesto encontrármelo en otra vida, pero aproveché que los dos caminos coincidían. Está viejo pero sigue incansable. Y en ese caso, la primera comprobación consistió en que la sabiduría del diablo se encuentra más en lo viejo que en lo diablo. El lugar fue una ciudad típicamente norteamericana a dos horas de Búfalo en el noreste americano, muy cerca de la frontera con Canadá, en el desvió de la Highway 90 que conduce a Albany en el estado de Nueva York. Se llama Rochester, donde queda la casa matriz de la Kodak, pero que solo será celebre cuando un adolescente asesine a los compañeros de su clase. Esas cosas pasan acá, y el próximo psychokiller puede estar en la esquina jugado a la posibilidad de saltar a la fama. El diablo del que les estoy hablando es Bob Dylan, un veterano de las carreteras que siguiendo las tradiciones de los viejos cantantes de blues vendió su alma a cambio de un pacto con una guitarra. En el álbum Highway 61 revisited, para aquellos que lo han oído, ese pacto electrocutó al mundo.
Yo apenas vine desde muy lejos para ser otra de esas almas que se lleva el diablo. Y les digo, está más vivo y más penetrante que nunca. La primera impresión que uno reconoce detrás de la sombra del escenario es un sombrero Stetson de ala ancha y una mirada al piso, mientras todos se asustan porque
saben que al momento que levante la mirada podrá atravesar las paredes y empezará a llevarse a todos al infierno. Antes de ir a lo que fue el concierto, es decir, una comunión de miserables que pagamos por ser aniquilados, hay que anotar elementos que rodearon su llegada. A las espaldas de un auditorio
inmenso en el campus universitario ubicado en los suburbios de esta ciudad, que para ser sincero es solo otra tribu de cemento y luces, estaban estacionados al menos tres buses pulman, dos tractomulas pesadas, dos o tres camionetas, al menos dos patrullas de carreteras, y como 5 motos. El diablo no viaja solo y tiene su comitiva, muy al contrario de lo que cualquier historia común pudiera contarnos.
El preludio estuvo a cargo de Elvis Costello, pero no vamos a hablar de él. El auditorio muy moderno, es decir muy frío e impersonal y sin la elocuencia que reclaman los teatros de otras épocas, por lo cual intuyo se trataba más de una escenografía atemporal. Podía ser Rochester NY como podía ser Subachoque Cundinamarca. Yo estuve a unos escasos 8 o 10 metros de Dylan, y confirmé que era el diablo cuando por accidente levanta la mirada y asesina. Y no se viene con cuentos, canta y reclama lo suyo, hace que uno confirme lo tercero: este mundo es el infierno. ¿Con cuál empezó? Rainy Day Women #12 & 35, de ahí en adelante lo que vino seria demoledor. ¿Y saben que es lo mejor de este tipo? Que ninguna canción suena como antes. Cada canción, sea nueva o vieja, es tocada y cantada de una forma sin antecedentes. Y eso es cosas de diablos, nunca repite vestido aunque todos crean saber como se viste. Y no tiene cola, tiene piano. Y harmónica y guitarra, cualquier otra idea preconcebida es una caricatura. ¿Cuándo se paró la gente? Cuando le dio por tocar Things have changed se derrumbó todo, y no había nadie que no estuviera poseído.
Pero voy a ser sincero, yo solo estaba esperando una canción entre miles de las que ha escrito, cantado y olvidado. Yo solo quería una canción y como la virtud inagotable lo acompaña, esa virtud viene del último disco Modern Times (2006). Y sin trucos, la cantó para todos y a mi pueden enterrarme después de oírla en vivo.
Ain’t talkin’, just walkin’
Through this weary world of woe
Heart burnin’, still yearnin’
No one on earth would ever know
They say prayer has the power to help
So pray from the mother
In the human heart an evil spirit can dwell
I’m trying to love my neighbor and do good unto others
But oh, mother, things ain’t going well
Now I’m all worn down by weepin’
My eyes are filled with tears, my lips are dry
If I catch my opponents ever sleepin’
I’ll just slaughter them where they lie
Ain’t talkin’, just walkin’
Through the world mysterious and vague
Heart burnin’, still yearnin’
Walking through the cities of the plague
The whole world is filled with speculation
The whole wide world which people say is round
They will tear your mind away from contemplation
They will jump on your misfortune when you’re down
Ain’t talkin’, just walkin’
Eatin’ hog eyed grease in hog eyed town
Heart burnin’ – still yearnin’
Someday you’ll be glad to have me around
(…)
All my loyal and much loved companions
They approve of me and share my code
I practice a faith that’s been long abandoned
Ain’t no altars on this long and lonesome road
(…)
Ain’t talkin’, just walkin’
Up the road around the bend
Heart burnin’, still yearnin’
In the last outback, at the world’s end
Luego de eso lo demás era ornamento, porque lo que acababa de cantar era la ultima canción de su último disco y quien sabe si de su último tour bautizado Never Ending Tour, que desde 1988 ha realizado más de 2000 presentaciones, o de su última aparición definitiva. Para algunos de ustedes, este puede ser un cantante viejo, ruinoso, sin voz. (Y les cuento un secreto, uno necesita subtítulos). Eso es verdad, como también es verdad que Dylan puede estar de primero en la lista de los peores guitarristas que ha dado el rock, y un regular pianista y un harmonicista sin wow. Pero lo que canta les prometo viene de otro mundo. Y no son viejas canciones de folk, es música contemporánea.
Al rato cantó Masters of War, una canción que fue escrita en tiempos de Nixon y la Guerra Fría, pero lo que pasa con Dylan es que sabe como escaparse del tiempo, y esa canción suena perfecto para los que siguen jugando con su mundo que es el nuestro y botan bombas como juguetes. ¿Como terminó todo? Este viejo es odioso. No saludo nunca, no dijo buenas noches, no dedico nada a nadie, no presento a la banda, no dijo una línea por fuera de sus letras (o de las que se inventa a mitad de camino mientras canta), no hizo reír a nadie. El encore fue muy meditado. Canto la primera canción de su último disco Thunder on the Montain, pero remató todo con Blowing in the Wind en una versión tan electrificada como inaudita.
How many roads must a man walk down before you call him a man? Lo que les dije en un principio, este personaje ha caminado tantos caminos que no se le dice hombre sino diablo.